SANTOS VARONES
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Desde Monsieur Sanfason Pomme de Terre a don Quicuagésimo Pollaloca y Justimbres.
Un mal día aquella bella criatura, cuando solo contaba 18 meses, cayó dentro del inodoro, y su padre, sin darse cuenta, tiró de la cadena y el niño salió por el desagüe del bidé y exclamó: "¡Je suis très malade!". Y la madre, llena de dolor y llena de caspa, dijo: "Oh mon chéri!. Me parece que este niño va a ser francés".
Uno, que es proclive, llega a la Comunidad Autónoma e inocente, se para en la Puerta del Sol y pregunta ¿Dónde está la puerta?.
La madre que era un lince, se quitó la piel y se hizo un abrigo de piel de Nutria Espert.
Aquel Santo varón fue creciendo y se hizo púber, y se le cayeron los dientes de leche, pero desnatada Pascual, claro.
Le cantaban eso de: "La próstata, la próstata que vino de Polonia por ferrocarril".
Tenía la manía de tocar el stradivarius con una pierna si y otra no.
Y no quería dar su brazo a torcer, porque es doloroso.
Un día cogió una indigestión de algarrobas y le entró una diarrea. Intentaron por todos los medios ponerle tapones de botellas de Castelblanch, pero los expulsaba todos, y mató a varios bodegueros de San Sadurní de Noia, y tuvieron que hacerle la autopsia 15 años antes de su muerte.
Y los padres le instaban: "Mira bien hijo, lo que vas a hacer". Y él: "O anacoreta o el trombón de varas". Y no había quien lo apeara del burro, se cayó, se rompió las moléculas y 50 años más tarde murió de sinsabores. ¡Santo varón, santo varón!.
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