domingo, 28 de noviembre de 2010

SUEÑOS

¡Ojalá mi joven vida fuera un sueño duradero!
y mi espíritu durmiera hasta que el rayo certero
de una eternidad anunciara el nuevo día.
¡Sí! Aunque el largo sueño fuera de agonía
siempre sería mejor que estar despierto
para quien tuvo, desde el nacimiento
en esta dulce tierra, el corazón
prisionero del caos de la pasión.

Mas si ese sueño persistiera eternamente
como los sueños infantiles en mi mente
solían persistir, si eso ocurriera,
sería ridículo esperar una quimera.

Porque he soñado que el sol resplandecía
en el cielo estival, lleno de luz bravía
y de belleza, y mi corazón he paseado
por climas remotos e inventados,
junto a seres imaginarios, sólo previstos
por mí... ¿Qué más podría haber visto?
Pero una vez, una única vez -y ya no olvidaré
aquel bárbaro momento- un poder o no sé qué
hechizo me ciñó, o fue que el viento helado
sopló de noche y al marchar dejó grabado
en mi espíritu su rastro, o fue la luna
que brilló en mis sueños con especial fortuna
y frialdad, o las estrellas... en cualquier caso
el sueño fue como ese viento: démosle paso.

Yo he sido feliz, pues, aunque el sistema
fuera un sueño. Fui feliz, y adoro el tema:
¡sueños! Tanto por su intenso colorido
como por ese efímero, brumoso parecido
que oponen a lo real, y porque al ojo delirante
ofrecen cosas más bellas y abundantes
del paraíso y del amor -¡y todas nuestras!-
que la esperanza joven en sus mejores muestras.


EDGAR ALLAN POE

AL CONOCIMIENTO....

AL CONOCIMIENTO ....



Al conocimiento de sí propio
Su pobre origen olvidó este río
y en anchos vados espumoso espanta
al que, armado de robles, se levanta,
valiente monte, a contrastar su brío.
Pasa con inconstante señorío,
en sus ondas ufano, y adelanta
al ancho mar la irrevocable planta.

¡Oh tres y cuatro veces desdichada
miseria humana, que soberbia puedes
disimularte en sombra lisonjera!

Hombre, hijo de la tierra y de la nada,
¿cómo, yendo a la muerte, te concedes
olvido vil de tu nación primera?

PEDRO DE ESPINOSA

A LA MUERTE

A LA MUERTE
(“No me llames poeta”, Buenos Aires, 2001.)


I

Muerte,
fatal término, ausencia por siempre.
Sólo el campo yermo que nos recibe,
de su tierra, nuevo abono.

Nunca más la fragancia de la brizna de hierba
ni el arder de encendidos leños;
tampoco la fina llovizna de la ola rompiente
en el rostro de frescura ávido.


II

“Era nuestra madre”, dirán después los hijos
con ternura en los ojos.
El dolor de la ausencia, olvidados objetos
mañana joyas auténticas.
“Ella decía...”, repetirán las frases
antes molestas
a causa de desgano
o ansias de silencio
o sueños de libertad.
Sílabas musicales enhebrarán palabras en recuerdos imperiosos,
desesperación de volver a vivir en el tiempo...
Tarda respuesta a un canto de amor.

“¿Recuerdas aquel gesto?
“¿Y su sonrisa triste?
“¿Y su pensamiento fijo en nosotros?
“¿Sus manos, suavidad de alas rozando nuestros rostros?
“¿El paso quedo junto a nuestro lecho en la alta noche
y el murmullo de plegaria para encomendarnos a Dios?”


III

Poco a poco el ausente
más lejos cada vez en el recuerdo
-que alguien siempre lo reemplaza-;
sus cosas van perdiendo la fragancia que de él se desprendía,
impregnándolas;
la manera de inclinarlas no es la misma
y en el tiempo
va cambiándoselas de sitio.
Cada día su nombre acude menos al labio.
Las lágrimas en manantial ya no brotan;
tan sólo de a una
que se enjuga furtiva.
Hasta que todas secan
agotada la fuente de dolor.
Un velo cubre entonces la imagen en la retina,
la maleza oculta la antes nítida figura en todo paisaje,
visten los ambientes colores de seres distintos
que distraen,
va el alma tras vivencias nuevas.
Y un día
se llora el olvido.

(Tú, Muerte tan temida,
sólo eres un pretexto:
el olvido es más cruel que tu guadaña.)


MARILINA REBORA

ASI SOY YO(RELATOSCORTOS.COM)

“Corramos un estúpido velo” De esta forma ninguno llegará, ninguno partirá ni ninguno sentirá; sin más y con incertidumbre, un velo que se nutre de pensamientos tan solo, tan solo y nada más que lo que queremos decir. Aquello que sin velo caería al vacío seducido por verdades ocultas tras todo aquello que no hemos sido, aquello que no hemos respirado, aquello que ha sucedido y te ha dado paso a correr otro más estúpido aun. Y siempre velando porque la seducción, aquello mas ansiado, no nazca de entre los colores una vez retirado ese, el tan estúpido desdichado. Tomemos un camino en comunión tras ese velo que ha sido vocablo para poder diferenciar a lo estúpido; para poder cerciorar que algo con sentido hay, que no es estúpido sin más. Con altruismo realicemos ese paso hacia la verdad substancial que es la felicidad de retirar estúpidos velos para no volver a encadenarnos a paralelismos e hipocresías estúpidas sin sentido, que nos hacen ser quien no somos en realidad. J.